El fin de una época
- punchline
- 23 jun 2019
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Actualizado: 2 jul 2019
Desde la niñez, la vida del alicantino Guillermo Rodríguez ha girado en torno al rap, especialmente a la modalidad del freestyle o rap improvisado, la vertiente “competitiva” de este género musical; una contienda que enfrenta a dos mc’s con la palabra y el ritmo como únicas armas. En ese mundo, el de las batallas de gallos, se le conoce como Arkano y es una auténtica eminencia. Casi todos le respetan, muchos le admiran y, como ocurre con cualquier personalidad mediática, muchos otros le odian. En Arkano destaca el progresivo crecimiento de su carrera musical y profesional, acompañada siempre de su personalidad alegre y su sonrisa innegociable, dos de sus señas de identidad más marcadas.
A sus 25 años, el músico se ha convertido en “una celebridad española”, como apunta el periodista argentino Juan Ortelli. Pero tampoco olvida de dónde viene. Lo recordó después de su última batalla, en el homenaje que Urban Roosters le hizo a su trayectoria. “Cuando empezamos, muchos usaban las batallas únicamente para darse a conocer, sacar sus temas y olvidarse, y lo que es peor, renegar de lo que han sido toda su vida, que es freestyler”, recordaba Rodríguez. “Pero esto es algo de lo que yo no voy a renegar en mi vida”, sentenció entonces, en el marco de la última jornada de la Freestyle Master Series, la primera liga profesional de freestyle en español de la historia del circuito de batallas, celebrada en Valencia.
Esta es la historia de un niño que vivía en el barrio de San Blas, en Alicante, y que muy pronto se convirtió en un referente del rap improvisado en español. De un chaval que pasó de niño gordito a rapero, de rapero a campeón internacional, y de campeón internacional a personalidad e imagen pública del freestyle en los medios de comunicación. Esta es la historia de Arkano.
Del parque a la gloria
Arkano descubrió el rap a los 7 años, gracias a su hermana mayor. Empezó a escuchar a muchos de los referentes históricos del género; nombres como el Chojin, Nach o Violadores del verso fueron sus primeras influencias en el hip hop, una cultura siempre estigmatizada y bajo la lupa constante de lo políticamente correcto.
Conocer los primeros años, sus primeros pasos en los parques y escenarios, es fundamental para apreciar la soltura de su puesta en escena, su inagotable actitud de campeón y la madurez hoy desprende. “Cuando empezamos a ir juntos, se le ocurrió la idea de organizar unas batallas en Canalejas -un famoso parque de Alicante- para menores de edad. Él lo que quería era fomentar el hip hop entre la juventud”, recuerda Jonko, uno de los raperos de su misma ciudad que se erigió como pilar indispensable y amigo del joven Guillermo durante la primera etapa de su carrera.
“La gente me enviaba correos electrónicos para apuntarse, o se presentaba allí directamente. Poníamos 3 euros cada uno y luego el que ganaba se llevaba el bote, que al final lo repartíamos entre los que llegábamos a la semifinal o final”, rememora Rodríguez.
Con 14 años, el joven freestyler organizaba batallas en parques, competía con los referentes de la época y demostraba una fuerte personalidad encima del escenario; quizás por ello no sorprenda su naturalidad ante las cámaras y su gran capacidad comunicativa con 25 años.
Hubo una etapa de aproximación a la competición de “alto nivel” de la época. Cuenta Jonko que Arkano y él estuvieron deambulando por escenarios y salas pequeñas durante una buena temporada: “he tenido la suerte de recorrer media España haciendo conciertos, dando bolos y yendo a algunas batallas, y hemos compartido mucho”, detalla.
En 2009, el todavía adolescente acudiría a una de las citas que cambiaría su vida para siempre: la Red Bull Batalla de los Gallos. Arkano llegaba al evento en plena pubertad, un momento de aprendizaje siempre controvertido. “Me queda mucho por crecer a nivel personal y emocional, pero es verdad que entonces iba bastante perdido, llevaba solo un año haciendo apariciones públicas”, comenta Rodríguez, que también reconoce la vergüenza por las entrevistas de la época. “Qué perdido estaba y qué mono”, apunta mientras sonríe.
Arkano derrotó a todos sus rivales y alcanzó la gloria al ganar en la final a un contundente Mowlihawk, curtido también desde muy joven en el mundo de la improvisación. Este triunfo es la antesala de toda una generación de jóvenes que han campeonado a una edad muy pronta. Juan Ortelli lo define como “un milestone importante para el mundo de las batallas, porque Arkano fue el primer competidor sub16 en ganar una batalla de esa magnitud, del nivel del circuito de competiciones de alto rendimiento”. El triunfo supuso una alegría inmensa, pero también una importante alteración de la realidad. “Ser adolescente es una distorsión del ego brutal. Si encima le metes todo el ego del rapero y ese poquito de exposición pública que yo empecé a tener a esa edad, tenía un “cacao” emocional bastante curioso”, observa Arkano.
El de Red Bull fue un campeonato conseguido con trabajo y sin las rutinas de entrenamiento actuales, la expansión actual del género y con todo por hacer e inventar. “Ahora mismo todo es más mecánico, hay chavales de 15 años que se tiran rapeando 10 horas al día, pero en Arkano (el talento) era innato”, destaca el rapero, competidor y poeta barcelonés Pablo Pérez, conocido en la tarima como “Blon”. “Para él supuso pensar que podía llegar a ser una leyenda como lo es”.
El periodista y jurado Bruno Feliu explica que en la época de 2008/2009, los más jóvenes tenían entre 16 y 17 años. “Ver a un chaval de 14 con tanta soltura te asombraba”, detalla el periodista barcelonés, que por aquellos tiempos era competidor. “Tampoco era tan loco en cuanto a nivel, pero sí en puesta en escena”, relata Feliu. Una puesta en escena reconocida por todos como una de las mayores virtudes del mc alicantino, pero que va más allá de una cuestión meramente técnica o aprendida. “A la hora de rapear, siento que estoy ocupando el lugar que tengo que ocupar en el mundo y creo que eso me da una fuerza, una seguridad, que va más allá que cualquier tipo de técnica”, explica el alicantino. “Creo que por eso se puede percibir esa magia, eso a lo que todos han llamado puesta en escena”
2015, la viralización y el “asalto a los medios”
Meses después de reeditar su campeonato nacional de Red Bull en 2015 y confirmar su mejor nivel, Rodríguez viajó a Chile para representar a España en la final internacional de la conocida marca de bebidas energéticas, empresa que ha apostado por el freestyle desde sus inicios. “En 2015 llegué con actitud de ganador. De hecho, es un hambre que no he vuelto a recuperar”, recuerda el alicantino. “En la internacional iba con más miedo, tenía miedo de Aczino”. El mexicano, rival a batir de Arkano, siempre fue un trámite duro y costoso para sus rivales. El destino les iba a unir en la ronda de emparejamientos, la batalla previa a los octavos de final para definir el cuadro final. “Cuando vi que podía, fue un momento de relajación. Si no hubiera tenido esa ronda no habría ido con esa soltura”, admite.
Después de confirmar las buenas sensaciones en la ronda previa, Arkano comprendió que Red Bull es y será siempre su casa, y protagonizó junto al argentino Dtoke la batalla que iba a cambiar para siempre la historia del movimiento. Durante la ronda del argentino, la tensión fue en aumento hasta que ambos se acercaron hasta rozar las caras. El español, siempre pícaro, le dio un beso que acabó generando una gran nube de ruido en la red. A ello hay que sumarle el otro momento incendiario del enfrentamiento; durante su ronda, Guille, aprovechando la temática -bullying- le quitó la gorra a su oponente y la lanzó con agresividad contra el suelo, acompañando la teatralidad con una frase contundente que hizo estallar a los miles de chilenos asistentes al evento: “bullying es humillarle y quitarle la gorra en el escenario”.
Para comprender la magnitud de ambas acciones, se debe entender la contraposición de roles entre ambos: por un lado, Arkano rompiendo con todos los estereotipos del rap, con un mensaje dirigido a las minorías y abanderando al colectivo LGTBI; por otro, Dtoke, con una actitud que bien podría constituir la definición gráfica de “gallo”, acumulando agresividad en sus punchlines y ridiculizando la imagen de niño bueno del alicantino. Por todo esto, Arkano “fue uno de los actores principales de la viralización de las batallas”, elevando aquel enfrentamiento hasta el título de “la batalla más vista de la historia”, como apunta Ortelli, con 37 millones de visualizaciones en Youtube.
La viralización masiva del enfrentamiento y la consecución del campeonato internacional supuso un verdadero punto de inflexión en la carrera de Arkano. Pero sin duda, el hecho que cambió para siempre la historia del alicantino y del freestyle en general ocurrió un año después, en la plaza de Sol, en Madrid. Allí, el campeón internacional, apoyado en la logística de Red Bull, rapeó durante más de 24 horas -concretamente, 24 horas, 37 minutos y 15 segundos-, consiguiendo una gesta difícil de olvidar. “Es un punto de inflexión no solo para él, sino para el freestyle en habla hispana; sale en todos los telediarios, en toda la prensa escrita, en todas las redes sociales”, apunta Bruno Feliu. El periodista barcelonés señala que aquel momento fue el principio de toda una vorágine de crecimiento del movimiento que se generó posteriormente. “Él ha demostrado que no es imposible, pero sí está al alcance de poquísimos”, opina el freestyler barcelonés Blon.
La gesta supuso los primeros acercamientos por parte de los medios tradicionales a la disciplina del freestyles, dos mundos condenados a entenderse por sus necesidades mutuas. Después de la viralización masiva de la batalla del beso y el reto de las 24 horas, Arkano se convirtió en el puente entre ambos sectores. “Guille es el que inicia que haya un contacto real por parte de los medios de comunicación con el freestyle”, destaca Bruno Feliu. “Él pasa, en parte, a demostrarle a los medios la parte contracultural del freestyle”, detalla el jurado catalán.
Ese contacto comenzó a cambiar el concepto del freestyler, que hasta el momento no era más que un joven que reproducía mensajes machistas, homófobos y, en definitiva, poco constructivos para la sociedad. “Arkano ha demostrado que es una persona normal, inteligente, con un gran bagaje cultural, con ganas de aprender y enseñar y con unos valores intachables”, opina Blon, que también reconoce que el artista alicantino ha sido determinante para que se comience a tomar en serio al colectivo del freestyle español.
La retirada del freestyle competitivo
Con la constitución de la Freestyle Master Series en 2017, la primera liga de freestyle del mundo, la profesionalización se instauró de pleno en el movimiento, generando un nuevo estatus para los freestylers. Arkano también fue pionero en este sentido, tal y como señala Juan Ortelli. “Fue uno de los primeros en tener manager, en cumplir horarios como una estrella y en finalmente, hacer ese crossover a la cultura pop”, apunta el periodista argentino. La liga ofrecía una cuantía económica fija firmada por contrato, un formato innovador que incluía diferentes estímulos para los participantes, y un sistema de puntuación del 1 al 4 en todos los patrones; toda una revolución en el panorama.
El paso de Arkano por la liga, en contraposición a su ascendente carrera en la disciplina de la improvisación, significó el principio de su fin, a nivel competitivo, en el freestyle. El alicantino reconoce que le hubiera gustado que la liga hubiera aparecido unos años atrás, cuando se encontraba en su etapa de mayor nivel competitivo y hambre de títulos. La liga se encontró a un Arkano lejos de su mejor versión y falto de una motivación extra, más allá de dar un buen espectáculo y cumplir con la expectativas, como él mismo reconoce.
“El balance es malo. No se ha actualizado lo suficiente, se ha quedado a las puertas de encajar en la competición más completa de la historia de las batallas”, apunta Bruno Feliu, uno de los cinco jurados de la competición y el único junto a Estrimo que sigue desde la primera temporada. El 17 de febrero de 2019, tras 10 años en la competición y dos temporadas en la primera liga profesional de la historia de las batallas, Arkano decía adiós en la última jornada de FMS frente a Chuty y el público valenciano. Surge una pregunta inevitable: ¿por qué dejarlo ahora, en la etapa de mayor expansión de la historia del movimiento? Varios motivos han propiciado el abandono de Arkano. El primero, su decrecimiento progresivo de nivel, la falta de adaptación a un panorama donde cada vez es más importante la versatilidad en todos los registros y la mayor exigencia del circuito. “No encontrar ideas de un modo tan fluido como podía pasar antes tampoco me hacía sentirme bien”, reconoce.
Bruno Feliu va más allá y apunta directamente al entrenamiento. “Creo que es uno de los puntos de su retirada, el darse cuenta de que tendría que dedicarle mucho más tiempo a facetas del freestyle que igual para su carrera no son tan interesantes, pero para las competiciones sí”. En el panorama actual de primer nivel, salvo alguna excepción concreta, ya no basta con rapear; hay que entrenar.
La pérdida del apetito competitivo es otro de los factores determinantes. “Hay algo que no es voluntario, que o te nace o no te nace. Esa presión, esa ansia de competir, ese “quiero llevármelo”, no me nacía”, reconoce. “No sentía que me estuviera jugando nada” señala tímidamente.
Pero si hay un motivo que destaca, ese es el linchamiento sistemático sobre su vida profesional al que el alicantino se veía sometido en cada batalla. “Cada vez que iba a una batalla sentía que iba a un Sálvame, a un escarnio público”, opina Rodríguez. “No es una crítica a los freestylers, simplemente yo no soy feliz con eso. (...) Ya no lo veía como un ejercicio de ingenio, sino como “vamos a intentar destrozar al otro”.
Compatibilizar la competición de alto nivel con las acciones publicitarias y una vida profesional cercana a los medios de comunicación era casi una odisea: más aún, siendo una vertiente, la de los medios de comunicación y la publicidad, tan criticada por el fenómeno fan de las batallas, tal y como detalla Bruno Feliu.
A raíz del revuelo generado, Arkano matiza: “el freestyle lo sigo viviendo y me encanta; hago shows y me lo paso muy bien rapeando, pero sí que es verdad que no a nivel competitivo, y precisamente es por eso por lo que lo he terminado dejando, porque no lo disfruto”.
Guillermo y Arkano: la convivencia
La vida de Guillermo Rodríguez ha estado condicionada a la exposición pública, un fenómeno con el que ha tenido que convivir desde la adolescencia. “La suerte que he tenido yo es que mi crecimiento ha sido progresivo, no ha sido de repente algo que pega el boom y me conoce toda la gente, que puede afectar más”, declara el músico. Aunque reconoce que ha habido complicaciones durante el proceso. “No significa que no me haya afectado, pero sí que es verdad que no ha tenido ese impacto que puede tener una persona que, de la nada, hace algo que llega a mucha gente”.
Arkano no se entiende sin el componente ideológico y social, una constante en sus rimas durante la etapa de mayor madurez. “Cuando íbamos al cole, escuchábamos Ska-P, y eso parece que no pero hace mella”, comenta entre risas. La cultura, la ideología hegemónica en casa y los ambientes y amigos de los que se ha rodeado han sido determinantes en la construcción de su conciencia social, quizá una de sus señas de identidad a lo largo de su carrera.
Además de convivir con la exposición mediática desde temprana edad, el rapero alicantino ha tenido que coexistir con una relación difícil que le marcará de por vida: su alter ego. Más allá de un nombre, Arkano es una escisión de Guillermo. “Al final todo es una persona, todo nace desde un mismo prisma, pero sí que es verdad que cuando hago esa diferenciación (Arkano-Guillermo) me refiero a ese momento de Arkano conectado con su esencia, de estar super seguro de sí mismo, gracioso, que sale y se come el mundo”. Un Arkano que muchas veces se encuentra en contraposición a Guille, que en palabras del propio Rodríguez es “un tío carente de habilidades sociales si no está conectado con lo que es él, al que muchas veces le asalta la culpabilidad y que tiene quizás más sombras que luces”.
No obstante, el artista reniega de la catalogación de doble personalidad: “llamarlo como dos personalidades no le veo el sentido, porque todos, en función del entorno o las personas con las que nos relacionemos somos de una forma u otra”, opina. El rapero tiene muy claro qué ha venido a hacer a este mundo. “Es lo que tengo que ser, al menos ahora, es el lugar en el que tengo que estar sin duda”.
El “lobo disfrazado de cordero”, concepto acuñado por Juan Ortelli en el ámbito competitivo, cuelga el micrófono para dedicarse a su faceta comunicativa. Atrás quedan recuerdos, triunfos, errores y un aprendizaje vital centrado en evitar juicios de valor sin conocer el fondo. “Pienso que las personas son buenas por naturaleza, que cada uno tiene que hacer lo mejor que puede en base a lo que ha vivido, y que muchas veces solo necesitamos comprensión”. Su imborrable sonrisa perdura en la retina del aficionado y la mayoría de declaraciones off the récord de los entrevistados evocan alegría. “Hablar con Arkano significa no poder estar más de 10 minutos sin reírte, te lo digo ya. Es un chaval que, en lo que pueda, te va a sacar una sonrisa”. A la cualidad que resalta Jonko, se debe de sumar otra aún más singular: la de hacer sentir especial a la gente que le rodea.

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